Lado B del Centro Histórico: ¿En dónde están los Picapedrerxs?
Si nos ponemos a contemplar el Centro Histórico de la ciudad de Tandil, se destacan la Plaza Independencia y la inmensidad de ciertos edificios, como la Parroquia del Santísimo Sacramento, el Palacio Municipal, el edificio del Rectorado de la UNICEN, el Museo y Academia Municipal de Bellas Artes, el Café Histórico Antonini, entre otros. Todos estos establecimientos son los vestigios de la actividad política, social y religiosa de la propia ciudad. Pero si hay algo, que consolida lo pintoresco del Centro Histórico son sus calles de adoquines y sus cordones de piedra, pero ¿De dónde vienen?
Un poco de historia:
Entre finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, en pleno contexto del Modelo Agroexportador, la ciudad de Tandil comenzó desarrollar fuertemente la actividad canteril. Dicha actividad, no solo contemplaba la extracción a cielo abierto de la piedra, sino que además, abarcaba el trabajo manufacturero con el corte y labrado de la misma para la elaboración de adoquines y cordones.
¿Quienes fueron lxs que trabajaron en estos espacios?
En pleno auge de inmigración, comenzaron a llegar a la ciudad de Tandil, los primeros carteristas de origen Italiano, español y Yugoslavos, quienes no solo traían consigo los conocimientos y destrezas para trabajar en las canteras, sino también sus ideologías sindicalista que más adelante les serviría para llevar a adelante sus luchas. Estos Picapedreros comenzaron a trabajar para los dueños de las canteras ofreciendo su fuerza de trabajo a cambio de pagos con vales, que se convirtieron en la moneda propia que circulaba dentro de las canteras llamadas “plecas” y que solo tenía validez en estos espacios .
Cómo aborda Nario (1997, p.1) “Bastó que el ferrocarril llegara al Tandil, el 18 de Agosto de 1883, para que la fiebre de la piedra comenzase”. En ese mismo año, el propio gobierno provincial incentivó a los municipios y sus respectivos vecindarios a adoquinar sus calles, impulsado diversas medidas para fomentar el mejoramiento edilicio de los pueblos. La producción de adoquines era llevada desde las canteras de esta ciudad hacia Buenos Aires por medio del ferrocarril.
¿Cómo era la vida de los Picapedreros en estos espacios de canteras?
En un primer momento los hombres venían solos y se alojaban en barracas de madera y chapa, pero con la consolidación de la actividad comenzaron a llegar sus familias, por lo cual los dueños de las canteras comenzaron a construir casillas individuales para los casados. Poco a poco se iban construyendo los primeros pueblos o villas en la base de las sierras, a veinte kilómetros de la ciudad.
Los picapedrerxs y su lucha:
En este contexto la actividad canteril se profundizó, lo que implicó un aumento de la producción y mayores exigencias de los dueños de las canteras hacia sus obreros que, sumado a las condiciones deplorables de trabajo originaron las primeras revueltas sociales a principios del siglo XX. Estas revueltas eran dirigidas principalmente por inmigrantes con fuertes ideologías como el socialismo y anarquismo, quienes exigían cuestiones como la reducción de las jornadas laborales, el pago en dinero y el aumento de sueldos, entre otras. Las principales canteras se localizaban en La Movediza y en Cerro Leones, lugares en donde se consolidaron estos barrios casi independientes.
La cotidianidad de las mujeres en los espacios de canteras:
En la vida cotidiana, las tareas estaban fuertemente divididas, las mujeres se encargaban del mantenimiento de los hogares, el cuidado de los hijos, de los maridos y de tareas como la búsqueda de agua a manantiales y lagunas, la recolección de leña y de bosta para mantener el fuego. Al mismo tiempo, en varias ocasiones trabajaban desde el hogar lavando ropa, esquilando ovejas, tejiendo o desempeñándose como parteras y curanderas, mientras que los hombres se dedicaban íntegramente al trabajo canteril. Tiempo después, luego de algunas huelgas, comenzaron a proliferar las fondas y pensiones, lugares que servían las comidas a los picapedreros; muchas de estas eran propiedad de mujeres y en caso contrario, igualmente solían ser administradas por ellas.
Las mujeres no sólo tuvieron un rol importante en la cotidianeidad sino que también hay varios relatos que hablan de su participación en las revueltas sociales principalmente en la que se desarrolló en 1913. Los dueños de las canteras de La Movediza y Cerro Leones contrataron rompehuelgas provenientes de Buenos Aires para que realicen los trabajos que los obreros en paro se negaban a realizar. Frente a esta situación las mujeres llevaron a cabo dos emboscadas, la primera cerca de la cantera de La Movediza y la otra próxima a Cerro Leones.
Según se cuenta, antes de llegar a La Movediza, la vías corrían por un tramo en un valle formado por dos barrancas cortadas a pique, en el cual unas 15 mujeres, principalmente españolas esperaban la llegada del tren armadas con grandes recipientes de agua hirviendo y rocas. A su vez, otras mujeres se enfrentaron a los policías que habían descendido del tren, la más recordada entre ellas fue Antonia García de Alonso que, como costurera, llevaba siempre una tijera atada a su ropa, la cual empuñó para defenderse y amenazarlos. A pesar de todo esto el tren siguió avanzando y en las cercanías de Cerro Leones, donde de por si la pendiente es más pronunciada y obligaba a aminorar la marcha, las mujeres de esa cantera enjabonaron las vías lo que produjo que el tren comenzará a patinar.
Con el tren ya avanzando muy lentamente, varias mujeres con sus hijos e hijas en brazos se acostaron sobre las vías y el tren se vió obligado a frenar. Allí fue cuando las mujeres los comenzaron a insultar y gritándoles se subieron a la formación. En respuesta a ello, los policías las empujaron, les tironearon de la ropa y en algunos casos, las golpearon a culatazos. Esta situación concluye con los rompehuelgas negándose a bajar del tren y volviendo a la ciudad. Este acontecimiento fue un hecho icónico, ya que se puede ver como estas valientes mujeres no solo se adhirieron a las demandas sociales que los picapedreros venían exigiendo desde principio de siglo XX, sino que además ocuparon un lugar central en la lucha, haciéndole honor a lo dicho en el reglamento de 1906 del Sindicato Unión Obrera de las Canteras de Tandil que se refería a las mujeres como “ellas son la mitad de nuestra fuerza”.
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